viernes, 18 de marzo de 2016

Nada para el arrepentimiento



Háblame ahora, que me tienes frente a ti,
y no mañana cuando me haya ido;
cuando no sea sino la frustración de la palabra que callas.
Háblame ahora que tenemos el tiempo,
que no hay eternidad que nos separe
ni imposibilidades físicas que dificulten nuestra charla.
Es en el aquí y ahora que es posible encontrarnos,
solo en este momento nuestras miradas pueden cruzarse;
no en un deseo ferviente
ni en la ensoñación de un sueño MOR.
¿Qué esperas, entonces, para hablarme,
para decirme eso que callas y no revelas?
Aprovéchame mientras estoy consciente,
mientras mi voz cansada aún pueda acariciarte
porque una vez haya partido
no habrá segundas oportunidades para lo no dicho.
Solo cuando no queden temas para compartir,
o cuando la voz duela más que todos los silencios,
callemos;
pero digamos con un abrazo todo nuestro afecto,
como si se nos acabara el tiempo en ese abrazo,
como si fuera la despedida que seguramente no nos diremos.
Aprovechemos este momento,
no tendremos otro,
y aunque lo tuviéramos,
¿no es mejor estar ya preparados para todo?
Digamos ahora lo que no nos hemos dicho;
las palabras, los besos, los abrazos,
los “te amo” proscritos de nuestras bocas…
el adiós del que huimos llegará,
¡que no quede nada para el arrepentimiento!



Mar. 18-2016

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