martes, 26 de abril de 2016

Reinventémonos, empecemos de cero

Y nos fuimos disolviendo en el silencio,
en el pulso apagado de un corazón melancólico
que corría detrás de oasis ilusorios;
espejismos, sinsentidos,
los sueños imposibles de dos almas incoherentes.
Cuando despertamos no éramos lo que creímos conocer;
se nos fue el tiempo en pensarnos como no éramos
en lugar de aceptarnos y vernos desnudos por primera vez;
se nos fue el tiempo en idealizarnos,
en poner etiquetas donde se precisaban preguntas,
en armar supuestos donde era necesaria la certeza.
Inexorablemente fuimos amando a dos extraños,
la otra tú, el otro yo,
los clones intangibles de nosotros mismos;
ideales personificados,
caracteres definidos de nuestra ficción literaria;
los nobles héroes de una comedia
o los tristes arlequines de una tragedia.
Nos perdimos sin habernos jamás encontrado,
y solo empezamos a conocernos
cuando dejamos de reconocernos:
es en la ausencia de un concepto
que es posible acercarnos a la esencia del objeto.

Tal vez ya sea tarde para nosotros
que conjugamos verbos con el silencio;
quizá sea tarde para nosotros,
que corremos detrás de sueños absurdos;
es posible que ya sea demasiado tarde,
para ti, para mí;
que luego de tanto tiempo juntos
es recién ahora que empezamos a conocernos…
Probablemente sea tarde, es verdad, para el amor;
o quizá este sea el inicio de un nuevo concepto.
Reinventémonos, empecemos de cero;
empecemos mientras haya vida para ello.


Abr. 26-2016

jueves, 7 de abril de 2016

A Rosie



Las horas que en tu compañía paso,
de mi alma, fiel y dulce compañera;
desde el amanecer y hasta el ocaso,
son instantes de dicha placentera.

Y juntos tendidos sobre la estera
poblamos de estrellas al cielo raso
montados al lomo de una quimera
y mientras nos funde un cálido abrazo.

Son las horas a tu lado, fugaces
y de penas y de cuitas voraces.
A tu lado yo no siento temor

ni angustia o dolor, locura o desgana;
por ti es que despierto cada mañana
cantándole a la vida y al amor.


Jul. 8-2005